Cuando tenía solo 10 años quedé impresionado por las imágenes que aparecían en televisión sobre la Expo celebrada de Sevilla.
Corría el año 92 y dada mi incapacidad para viajar, dependía totalmente de mis padres para visitar la feria. Algo que jamás ocurrió.
17 Años después y gracias a que Blanca nos invitó a su casa en el sur de la península, pude pisar las calles y disfrutar de las inverosímiles estructuras que en aquellos años fueron objetivo de las miradas de millones de personas.
Ahora transformado en oxidados hierros y olvidados descampados, el recinto cobija a gitanos, mendigos y demás calaña se rifan la papela cada día.
Paseando por el lugar pude sentir el regalo que suponía ser de las pocas personas que aun lo admiraban y el hecho de poder disfrutarlo casi con total exclusividad, hizo muy especial esa mañana.
1 comentario:
Prueba viviente de que todo llega en ésta vida :)
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